jueves, 27 de agosto de 2009

Ida y vuelta al Cielo

Es increíble el efecto que la voz de una persona puede tener.
Las sensaciones generadas por la vibración de unas cuantas membranas, transmitidas en forma de información cifrada, procesada por el cerebro, y devuelta al ser consciente en forma de emociones complejas y profundamente intensas. Es más, ni siquiera importa si el mensaje, lo que está diciendo la voz, es comprendido - es la emoción generada por la voz, transmitida directamente al oyente. Sólo eso, aún cuando no comprenda el idioma en que se desarrolla la canción, basta para formar un vínculo indescriptible entre el artista y su público.

Por supuesto, cada uno percibe y es afectado por el cantante de diferentes maneras. Yo las vivo todas, escuchando, sintiendo a Hyde. A veces entiendo las letras, a veces sé de qué se trata por haber leído una traducción, y a veces no tengo la menor idea, pero jamás deja de impresionarme. Y cada vez es mejor.

Hago pequeños experimentos: escuchar todos los álbumes disponibles durante tres días seguidos, hasta llegar a la saturación.
No escuchar una sola canción durante dos semanas y volver.
Escuchar una versión diferente.
Comparar la versión de estudio con el live, esa cosa maravillosa.
Oírlo sin ver, adivinando sus gestos.
Ver sin audio, y de pronto subir el volumen.
Comparar diferentes versiones en vivo de una misma canción, capturando las inflexiones.
Nunca una canción es cantada igual dos veces. Escuchar su voz fresca, de hace diez años atrás, y volver a escucharlo, la misma canción, con la voz madura, en la plenitud de su potencia.

Y siempre es él, vibrante y sensual, dulce y majestuoso, alegre y profundamente introspectivo, llevándome siempre a alturas insospechadas. No me canso de oirlo, de disfrutarlo, de saborear su voz y su presencia, su ternura y su torpeza, su talento y su trabajo. Tan hermoso, por dentro y fuera.
Y me alegro tanto de haberlo escuchado aquella vez, de preguntar quién era, de buscar sus canciones y enamorarme. No de esa forma estúpida ohestanlindoysexyKYAAAA, no, jamás. Amor de verdad, amor que dice quiero que sea feliz, que esté sano y que alguien lo cuide, que viaje mucho, que siga cantando o que deje de hacerlo cuando ya no tenga ganas.

Gracias, Hyde, por haber aceptado cantar aunque no querías hacerlo, por este regalo maravilloso.

Y acá estoy, con el cielo en la punta de los dedos, acunada por esta voz divina. Es tan lindo escucharte que no imagino la vida sin tu voz.

domingo, 9 de agosto de 2009

El alma desinflada

Hay días que maltratan, días en te aporrean el alma y la dejan llena de moretones, días en que te gustaría meterte bajo una piedra y no tener que salir a lidiar con el mundo, la gente y su malicia.

Hay días en que quisieras quedarte ahí, bajo tu roca, en compañía de calladas lombrices y tal vez alguna araña compinche, a cubierto del sol o de las nubes, en silencio, con el perfume de la tierra fresca envolviéndote.

Hay días en que te sentís tan indefenso y frágil, como una telaraña, a riesgo de que algún niño maligno te desgarre.

Un regalo, para esos días.

http://www.4shared.com/file/123892446/711f49c9/Helpless.html

Helpless, de Neil Young, cover de Patti Smith.

martes, 4 de agosto de 2009

Pobre Michael

Hace mucho no escuchaba ni veía un videoclip de Michael Jackson. Hoy, para matar el tedio en el laburo, el capo puso un dvd que consiguió días atrás, en medio de la avalancha "todos queremos recordar a Michael", como si se hubiera muerto antes y esto sólo hubiese servido para recordarnos que sí, existió. Y que, además, fue un artista de alto nivel.

Mi primera experiencia con Michael (al menos que yo recuerde, no lo tengo muy claro antes de eso) fue cuando cumplí 15 años y mamá me regaló un flamante equipo de música y con él, mi primer cd: Dangerous. Lo escuché una y mil veces, lo llevé y lo traje, leí el booklet hasta aprenderme cada pequeño detalle de la sobrecargada portada. Cómo me gustaba.

Y ése fue todo mi romance con el pop. Después, vinieron el rock y el tango, el metal y el folklore, Morrissey y Chopin; y el pop, con su única estrella (al menos para mí) sumida en el fango de la realidad perversa, acabó en lo profundo de mi repertorio de pasiones.

Pasaron los años y veía con tristeza al gigante convertirse en caricatura, al genio creativo convertirse en pasto de la prensa chatarra. Pasaron las demandas, los juicios, el oprobio y la absolución (pero no la humillación pública), la familia, el bebé en el balcón, y ya nadie recordaba al artista, al hombre que hizo de un género enlatado un arte. Su nombre era objeto de burlas y chistes macabros y burdos.

Hoy, mirando esa increíble coreografía en Bad, escuchando Man in the Mirror y viendo a ese joven delgadito mover sus articulaciones de manera fluida y grácil, recordé con cariño y pena a aquél Michael, el filántropo hermitaño, el eterno hombre-niño de la sonrisa gigante y la tristeza en los ojos. De corazón deseo que ande por ahí, retozando en algún jardín mágico, rodeado de unicornios y pajaritos, encontrando la paz que nunca supo encontrar entre nosotros, los que devoramos cada pedazo de él.

Chau, Michael, y gracias.

Larga es la noche...

... y yo que no duermo!
Este es mi blog, vamos a ver cuánto dura, cuánta gente me lee y cuánto tiempo aguantará mi humilde conexión.

Esperen recomendaciones de libros, música y cine, pero sobre todo música, es lo que respiro y lo que amo, lo que me salva y lo que me empuja.

Bienvenidos a mi mundo.